El yin yoga es una práctica lenta de asanas, cuyas posturas se realizan normalmente en el suelo, y se mantienen de forma pasiva durante un periodo de tiempo entre los 2 y los 5 minutos aproximadamente, logrando así un amplio estiramiento, calmando nuestra mente y nuestro cuerpo.
Gracias a esta delicada práctica podemos conseguir sensaciones de bienestar placenteras, perfectas para desconectar, disfrutar y relajarnos. Se trata de mantener la quietud y movernos lentamente entre postura y postura.
Esto no quiere decir que la práctica yin no requiera esfuerzo. Es realmente complicado mantener durante tanto tiempo las posturas de yoga. Es la gravedad la que actúa sobre nuestro cuerpo, y los estiramientos consiguen llegar hasta las capas más profundas gracias a la activación pasiva de los tejidos conectivos.
También se trabajan los canales energéticos de los meridianos, nervios y el sistema sanguíneo que puede que conozcáis si estáis familiarizados con la medicina tradicional china o la acupuntura.

¿PARA QUÉ SIRVE EL YIN YOGA?
No sólo nos ayuda a ganar flexibilidad de manera pasiva al sostener las asanas, sino que hace de meditación gracias a la respiración pausada y consciente durante las mismas.
Podremos encontrar un espacio de paz en la práctica, recuperar movilidad y prevenir lesiones derivadas de otras disciplina deportivas, ya que es uno de los estilos de yoga que incrementará notablemente nuestro rango de movilidad.
Es un yoga restaurativo que nos permitirá terminar la sesión con sensación de gozo y bienestar. Es fundamental no sentir “dolor” durante la práctica, aunque es normal tener cierta “incomodidad” al principio.
¡Atento! Puede ocurrir que en una sesión de yin surjan determinadas sensaciones, no sólo físicas sino emocionales, mi recomendación es dejarlas fluir, si te vienen ganas de llorar, sonreír, suspirar… deja que sigan su proceso mientras respiras y aflojas sin juzgarte, al finalizar verás como sientes un gran alivio.
A veces el yin yoga nos permite aligerar “mochilas” que llevábamos con nosotros sin darnos ni cuenta.

BENEFICIOS DEL YIN YOGA
Es una práctica segura que respeta la anatomía de cada yogui y se puede realizar a cualquier edad y en cualquier condición física ya que las asanas se adaptan a cada practicante con el uso de bloques, cinturones, bolster, mantas y otros soportes.
Aumenta la flexibilidad de forma pasiva.
Relaja el sistema nervioso central al trabajar la quietud y la calma en las posturas.
Contrarresta el estilo de vida activo y dinámico de nuestro día a día, complemento perfecto para la práctica del yoga más activa o deportes de gran actividad, y podemos recurrir a ella en momentos de cansancio o estrés.
Trabaja sobre las fascias, movilizándolas con delicadeza mientras consigue un amplio rango de movimiento, y con ello apertura corporal, mental y emocional, además de bienestar general como si acabaras de recibir un masaje.
Relaja tensiones, afloja y te permite estar en el aquí y el ahora al tratarse de una práctica regeneradora y con el mínimo esfuerzo muscular.
Moviliza el prana o energía vital y esto repercute de manera positiva en nuestro organismo, órganos y tejidos.
Ayuda a la concentración y a la conciencia corporal.
Favorece la auto-práctica, ya que al ser pasiva y las posturas de larga duración, podemos repetirlas sin la necesidad de que un profesor nos guíe.
Los beneficios se pueden perciben desde la primera práctica y seguro que llegados a este punto estás deseando probar.

En las clases guiadas, el maestro dirige a todos los estudiantes a través de la secuencia de posturas al unísono, manteniendo un ritmo y conteo específicos de respiración en sánscrito. Estas clases son útiles para familiarizarse con el flujo y la estructura de la serie, y para mantener un ritmo constante durante la práctica.

A diferencia de otros estilos de yoga más suaves o estáticos, el Ashtanga es exigente y repetitivo, requiriendo un compromiso constante para avanzar en las series de posturas. Los practicantes se benefician de un progreso continuo, en el cual las posturas más básicas establecen las bases necesarias para acceder a las más avanzadas.

Rocket yoga es un tipo de yoga relativamente nuevo, dinámico y retador. Es una modificación de la práctica tradicional del ashtanga yoga, basado en tres series en las que hay espacio para la improvisación y las nuevas creaciones.

Es, por tanto, menos estricto en cuanto a la rigidez de las secuencias del ashtanga. Si no dominas una postura puedes seguir con la siguiente o modificarla mediante diferentes patrones.

Sivananda yoga es un estilo de yoga que Swami Sivananda fundó y que Vishnudevananda, su discípulo y alumno, divulgó por Occidente (1957).
Swami Sivananda (1887 – 1963)
Santo de la India que hizo accesible la filosofía del yoga y de la escuela de filosofía Vedanta a todo el mundo.
“Sirve, ama, da, purifica, medita, realízate”.
Su legado es la base de los centros internacionales de Sivananda Yoga Vedanta.
Swami Vishnudevananda (1927 – 1993)
Fue quien se encargó de difundir las enseñanzas del yoga en el lugar de Swami Sivananda, su maestro. Fue también el fundador de los centros internacionales de Sivananda Yoga Vedanta en 1957 y de la institución True World Order para promover la paz mundial.
Maestro también de raja y hatha yoga, escribió “El libro del yoga” y “Meditación y mantras“.
El yoga se creó en India, así como el Sivananda yoga, para aliviar el dolor y conseguir esa unificación entre mente y cuerpo; aunque, como otros tipos de yoga, se basa en el hatha yoga.
Se caracteriza por ser una práctica de yoga lenta que se centra sobre todo en meditar y respirar, con un carácter más espiritual. Es un estilo bastante difundido a nivel global como ocurre con el yoga Iyengar, el bikram yoga o el power yoga.

PRINCIPIOS DEL YOGA SIVANANDA
Swami Vishnudevananda simplificó lo aprendido Swami Sivananda agrupándolo en cinco principios o pilares fundamentales para crear así una disciplina de yoga que fuera más accesible en Occidente, tanto a nivel físico como mental, así como para el desarrollo espiritual.
Asanas o posturas: en cada clase se hacen 12 posturas básicas que, en caso de ser necesario, incluyen determinadas variantes.
Pranayamas o técnicas de respiración: llevar un control, respirando profunda y lentamente; de forma consciente.
Postura de savasana o de relajación: entrar en un estado de relajación profundo para conseguir calmar el cuerpo y la mente.
Dieta vegetariana: los alimentos que llevamos a nuestro cuerpo determinan nuestro estado de salud. Por eso es recomendable no incluir animales.
Positividad y meditación: esto nos ayudará a pensar desde otro punto de vista y a afrontar el día con mayor felicidad.

¿CÓMO ES UNA CLASE DE SIVANANDA YOGA?
Se suele seguir siempre una estructura similar y específica para trabajar y activar los chakras fundamentales progresivamente. En las sesiones de sivananda se empieza y se termina con la meditación y el canto; se hace también uno o varios saludos al sol y, para terminar, la postura de savasana, incluyendo siempre las mismas 12 asanas o posturas básicas, así como sus variantes.
Para aquellos que no están muy convencidos con cambiar a una dieta vegetariana, este tipo de yoga no es muy recomendable, puesto que promueve llevar un estilo de vida vegetariano para mejorar tanto la digestión como la salud en general.
De forma esquemática y resumida, las clases siguen esta secuencia:
Primeros minutos de relajación (en la postura de savasana).
Ejercicios de respiración o pranayamas: para revitalizarte y llenarte de energía.
Un ejercicio de respiración con la fosa nasal de forma alterna (también conocida como anuloma viloma).
Ejercicios localizados en zonas como los hombros, el cuello y los ojos.
Saludo al sol o surya namaskar a modo de calentamiento para fortalecer el cuerpo.
Determinados ejercicios que tonifiquen los abdominales, las piernas y la zona lumbar.
12 asanas básicas.